martes, 17 de abril de 2012

El proceso de Evaluación de los Aprendizajes

Es necesario que sigamos reflexionando sobre el proceso de evaluación de los aprendizajes, donde nunca perdamos de vista que la evaluación tiene como propósito principal orientar el aprendizaje de los estudiantes hacia su formación y desarrollo humano y esto se logra por parte de los docentes, diseñando verdaderas oportunidades de aprendizaje donde el aprendiz interactúe con los contenidos, provocando en él una profunda reflexión sobre cuales son las objetivos a alcanzar, para qué y de qué manera lo podrán lograr. En vías de que nosotros como docentes podamos ir modificando nuestras concepciones tradicionalistas de la evaluación, debemos ir cambiando el sentido de la misma, donde en vez de controlar los conocimientos que un alumno posee en un momento determinado, por medio de un examen, prueba, calificación, etc., mas bien la evaluación sirva de apoyo y orientación para la mejora de nuestra práctica docente y que oriente para nuestros estudiantes en como superar sus dificultades y de hacerlos conscientes de su propio aprendizaje. Debemos centrarnos en una evaluación formativa donde se hace necesario que la llevemos a cabo de forma continua y no de manera aleatoria, es decir, que se haga a lo largo del proceso E-A y no que quede limitada a las actividades que hacemos solo cuando hay cambios temáticos fuertes en los contenidos educacionales o quizás al final del semestre. Es por eso, que la evaluación formativa requiere mucho mas dedicación por parte de los docentes y dentro de ella podemos definir tres momentos claves: la evaluación inicial, donde valoramos los conocimientos previos de nuestros alumnos y donde, gracias a este diagnóstico, programamos las actividades que nuestros estudiantes van a desarrollar en aras de conquistar las metas propuestas; la evaluación continua, donde seguimos muy de cerca las actividades que hemos diseñado para que nuestros estudiantes desarrollen las competencias necesarias que requiere el proceso de aprendizaje; y la evaluación final, donde valoramos los resultados finales del proceso E-A. Para ello, necesitamos reorganizar nuestra estructura docente, utilizando estrategias que ayuden a desarrollar el pensamiento crítico, la compresión y organización, donde los estudiantes incrementen el dominio de los contenidos, mayor autonomía en su aprendizaje y transfieren el conocimiento al mundo real, haciéndolos capaces de tomar decisiones acertadas en sus respectivas disciplinas. Entonces, solo así, podremos evaluar de una manera constructivista, donde evaluaremos para poder ayudar a nuestros estudiantes a aprender no a clasificarlos (el para qué); donde evaluaremos, no solo el aprendizaje de una serie de contenidos, sino hasta qué punto nuestros estudiantes han desarrollado las competencias que debe aportarle el aprendizaje (el qué); donde evaluaremos tanto en la fase inicial, continua y final, con el fin de diagnosticar las debilidades que nos permitan desarrollar actividades que nos arrojen evidencias del proceso educativo (cuándo); y finalmente, donde evaluaremos utilizando todo tipo de instrumentos, que nos permitan recoger información precisa sobre el proceso E-A de nuestros estudiantes (el cómo). De aquí es que nosotros como docentes debemos seguir capacitándonos continuamente, con el fin de lograr nuestros objetivos.

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